Por Carloslucio Ramos
“Compás” es una palabra singular por su origen y significación, sus acepciones. Desde el legendario instrumento de precisión geométrica, el fino movimiento del esgrimista o el ritmo perfecto de la marcha, hasta ese sutil espacio de cadencia, equilibrio y velocidad que en el pentagrama contiene a las notas musicales –con sus silencios.
“Yo no logro concebir mi trabajo, realizar una escultura sin estar acompañada de la música”, afirma con voz serena y clara Cecilia Raquel Vélez Zamudio.
“Gracias a mi padre –el periodista Sergio Vélez– desde niña siempre he vivido en ambientes donde el arte y la literatura han estado presentes, tanto en casa como asistiendo a conciertos y exposiciones. La música para mí es algo fundamental, una compañera entrañable”, dice la escultora nacida en Ciudad de México (1975), quien comenta que en algún momento de su juventud estudió violín sin mucho éxito.
A los 21 años Cecilia Vélez tuvo la inquietud de dedicarse a la pintura para seguir los pasos de sus artistas favoritos –como Caravaggio–, pero las complicaciones técnicas hicieron que cambiara de enfoque. Fue entonces que descubrió su capacidad para la escultura y aprendió a trabajar con plastilina, involucrándose rápidamente en los procesos de boceto y modelado, vaciado en cera, tallado, fundición, etcétera.
27 AÑOS DE CARRERA
Impresionada lo mismo por las obras maestras de Miguel Ángel en Florencia y Roma, que por las figuras del coahuilense Oliverio Martínez de Hoyos en el Monumento a la Revolución, la artista reconoce como una de sus mayores influencias a la Victoria Alada de Samotracia –poderosa escultura de la diosa griega Níke (“Victoria”) que domina en el Louvre la famosa Escalera Daru.
El primer trabajo de la maestra Cecilia Vélez data de 1996, cuando empezó a plasmar actores de la política nacional. A partir de ese año y durante casi dos décadas, sus obras abarcaron una diversidad de solicitudes y temas, así como bustos y esculturas de personajes célebres como Alfonso Reyes, José Francisco Ruiz Massieu, Vicente Fox Quesada y el Papa Juan Pablo II.
Reflexiva, nos explica lo que su pasión artística le provocó después: “En 2014 decidí hacer un cambio fundamental y comenzar una nueva etapa. Rindiendo homenaje al violín y la música como elementos que identificaran mis trabajos, fui desarrollando ideas que en un par de años dieron vida a dos esculturas de gran formato: “Escotadura” y “El Paseo”. La primera, de tres metros, se encuentra en la Plaza Estado de México de Tultepec y es un enorme violín de diapasón ondulante, en cuya escotadura está sentado un hombre de pierna cruzada que lee un libro mientras sostiene una taza de café.
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“La segunda, de dos metros, es una mujer que se pasea en una pequeña balsa de bambú, acompañada por su violín y con un arco gigante como remo; esta obra se encuentra en la Plaza Cuauhtémoc de Tequixquiac, otro municipio mexiquense”.
Los originales de ambas obras –inauguradas en 2016– pertenecen a una ambiciosa colección de 20 esculturas en formato mediano que la autora concluyó en la segunda mitad del 2018, titulada “La Seducción de la Música en Bronce”.
Este conjunto escultórico fue exhibido por primera vez en el Palacio Legislativo de San Lázaro (Cámara de Diputados) a mediados de Diciembre 2018, y desde entonces ha tenido una decena de exposiciones.
EL “COMPÁS” DE ZONA ESMERALDA
Con creciente reconocimiento nacional y entre coleccionistas no sólo del país, los trabajos emblemáticos de Cecilia Vélez Zamudio son sumamente atractivos para el espectador. Residente de Mayorazgos del Bosque, en 2008 creó “La Mujer de Atizapán”, una escultura fuente sobre el camellón en Calzada de los Jinetes, justo donde comienza el municipio.
Años después, en Octubre 2021, fue invitada por el entonces Presidente Electo Pedro Rodríguez a crear una obra sobre Av. Adolfo Ruiz Cortines bajo el Puente Elisa Carrillo, prácticamente en el acceso a Zona Esmeralda.
La maestra describe ese trabajo inaugurado en Enero del 2022: “Andante es el nombre, un término musical que implica constancia, ligereza y sonoridad. Se trata de una mujer firme y decidida que va al paso, que trabaja, que es madre, hija y hermana. Una mujer elegante, informada, culta, que viaja. La escultura es una fuente con cinco violines y paraguas, que pertenece al grupo La Seducción de la Música en Bronce”.
Ahora, año y medio después, el Alcalde Pedro Rodríguez Villegas llega a la mitad de su gestión en Atizapán coronando el extraordinario Deprimido Chiluca con una obra magnífica: “Compás”, la escultura más grande creada hasta el momento por la maestra Cecilia Vélez.
“No es fácil congeniar con el arte, pero lo sublime de las expresiones artísticas es que su belleza puede tocar y sensibilizar el espíritu humano. Compás es un término que implica espacio, cadencia, ritmo y precisión, elementos esenciales en la música, pero también la relación de valor entre sonidos y silencios: el equilibrio. De la misma manera, cuando el hombre y la mujer llevan el mismo compás en su vida, un ritmo uniforme, la pareja puede complementarse y crecer al mismo tiempo. Es esa la filosofía de esta obra.
“Así como el compás musical divide el tiempo en partes iguales, también las parejas pueden sostenerse armónicamente en su movimiento. La mujer es la fortaleza del hogar, es ella sin duda quien mantiene el equilibrio de la mano del hombre; ambos tienen su espacio individual, pero al moverse juntos se complementan. Y el violín central los sostiene, dando dimensión a ese movimiento”, señala la artista con voz tranquila.
AUTORIDAD SENSIBLE
Una gran satisfacción para Cecilia Vélez es percibir la forma en que el público reacciona ante los motivos de sus bronces: vuelo, cuerpos perfectos, alegría, movimiento, erotismo, danza, serenidad, rostros poderosos, inspiración, humor, inocencia, sensualidad, música, velos al aire, paz… Son esculturas hermosas, cuya plasticidad sensibiliza al espectador.
“En mis exposiciones, el poder sentir la cercanía de la gente es algo muy especial, percibir su aceptación como público es para mí una gran satisfacción, algo que valoro mucho como escultora”, dice la maestra con amplia sonrisa. Y le asiste la razón, pero ahora el “Compás” de Zona Esmeralda será su obra más vista, con un sinfín de niños, jóvenes, adultos y mayores –residentes y visitantes– que podremos cada día admirar su belleza.
Pocos saben que el monumento a The Beatles frente al hotel Crown Plaza Tlalnepantla, que los reproduce en tamaño real como en la cubierta de su álbum Abbey Road (1969), fue creado por la escultora Cecilia Vélez en 2012 con una tonelada de bronce. A lo largo de estos años miles de personas se han tomado selfies y fotos posando con ese Cuarteto de Liverpool, sin saber el nombre de la artista que les dio vida.
Sobre la forma en que el Compás de Zona Esmeralda se hizo realidad, comenta entusiasta: “No es fácil como escultora promover tu trabajo, tu estilo, especialmente si consideras que es una disciplina artística donde predominan los hombres. Somos muy pocas las escultoras que interactuamos en este medio, pero puedo decirte que el proyecto fue presentado en detalle y al Presidente Pedro Rodríguez le gustó mucho, aprobándolo con su equipo”.
Con brillo en su mirada, la artista concluye: “Cuando alguien reconoce tu trabajo por encima de muchos otros escultores afamados, lo agradeces. El Alcalde Rodríguez es un hombre muy sensible, y que él haya creído en mí es algo que me enriquece y se queda conmigo, porque esa clase de confianza te ayuda a realizarte como artista, te dice que vas por el camino correcto. Es una oportunidad para creer aún más en ti y en lo que haces: una posibilidad de seguir creciendo y dando a conocer tu trabajo. Lo agradezco mucho”.
BRONCE PERDURABLE
Elevándose más de siete metros en el centro del recién inaugurado Deprimido Chiluca, la escultura monumental “Compás” es el nuevo distintivo de Zona Esmeralda: una obra magnífica de la maestra Cecilia Vélez Zamudio en la etapa más importante de su carrera, que nos recordará diariamente cómo el contacto con el arte nos permite formar generaciones de niños y jóvenes más sensibles y vitales: más conscientes.
Expuestos como estamos a la influencia avasalladora de los desarrollos tecnológicos que nos envuelven, aíslan e insensibilizan, el tener contacto con el arte –aun cuando sea con una mirada– es algo realmente positivo.
URBE ESMERALDA celebra la presencia de este gran emblema de bronce, material que resiste como pocos las pruebas del tiempo. Es un metal que trasciende, porque aun cuando en apariencia luce inmóvil y frío, puede ser transformado para mostrar los sentimientos y el calor artístico que le da vida: la esencia humana.
E iluminada por la noche, esta escultura es incomparable.
¡Gracias!