Por Irasema González V.
Cuando viajes a lugares como el Estado de Guerrero, encontrarás una joya natural sin igual. Sumergiéndote en el vibrante corazón de Acapulco y preparándote para una experiencia única que desafíe tus sentidos y eleve tu espíritu a la sexta potencia.
En la maravillosa “Ciudad del Sol” encontrarás La Quebrada, el lugar donde la adrenalina, la concentración y arrojo se entrelazan en atrevidos saltos desde un acantilado majestuoso. Este icónico destino ha cautivado audiencias de todo el mundo durante casi 100 años. Es un espectáculo que eriza tu piel.
En La Quebrada, los clavadistas se preparan para actos de pasión y valentía, transmitidos de generación en generación. Estos intrépidos atletas desafían constantemente los límites de lo posible, lanzándose al abismo con gracia y determinación, en una coreografía meticulosamente calculada que desafía la gravedad y mucho más aún a la muerte misma.
En La Quebrada se realiza un cálculo meticuloso y destreza impactante, donde cada acción tiene en cuenta el movimiento de las olas, la marea y el viento. Es un baile tan sincronizado que pareciera que en el aire, el tiempo parece detenerse mientras los clavadistas se sumergen en las profundidades del Océano del Pacifico con una gallardía excepcional.
Este emblemático lugar surgió en 1799, cuando una parte del cerro fue dinamitada para mejorar la ventilación de Acapulco. Desde entonces, La Quebrada se ha convertido en un símbolo de la ciudad, atrayendo a visitantes en busca de emociones intensas y recuerdos incomparables.
Lo que realmente hace especial a este punto son las personas detrás de los saltos. Desde leyendas locales como Raúl “Chupetas” García, hasta jóvenes como Iris Álvarez, cada uno lleva consigo una historia de valor y pasión que ha hecho de este lugar un referente internacional.
Si algún día has buscado una verdadera aventura de adrenalina pura, no dudes en visitar La Quebrada en Acapulco.