¿Crees que tu vida sería mucho mejor si tuvieras una casa más grande, mayores ingresos o más amigos? Siempre estamos deseando tener algo más y pensamos que con eso seríamos felices. Pero lo cierto es que podemos encontrar la felicidad de una forma muy sencilla: aquí y ahora.
Al navegar por Internet, ¿te has fijado de pronto que estuviste viendo sitios de propiedades y casas, sin que estés pensando en mudarte? ¿O que tras hacer una búsqueda en Google o Bing empiezas en automático a indagar sobre nuevas profesiones, quizá para encontrar el trabajo ideal? ¿O que estuviste investigando cuál es la raza de perros más family-friendly sin que pienses tener una mascota, o sobre la psicología del color para pintar tu casa con los tonos más apacibles?
¡Es increíble lo que el historial web revela sobre nuestros objetivos de vida!
DESORIENTAR LAS IDEAS
Más allá de curiosear, fantasear o aprender online, esa constante necesidad de querer hallar una vida nueva y mejorada lleva implícito el mensaje de que algo en nosotros no anda bien. Es un modo de pensar que afecta el bienestar. Porque desvía nuestra atención de las muchas cosas maravillosas –materiales y no– que tenemos alrededor, para enfocarla únicamente en esa brecha imaginaria que nos separa de la forma de vida que –supuestamente– quisiéramos tener.
Lo que produce una sensación crónica de insatisfacción.
En esa forma de pensar subyace la creencia de que cuando alcancemos los objetivos, nuestra vida realmente comenzará. Como si vivir fuera sólo una lista finita de deseos, al final de la cual nos espera la felicidad: “Si puedo tener un jardín más grande (o aumentar mi ingreso, o tener más amigos), entonces seré feliz’.
Las ideas desorientadas de corto plazo –como los ejemplos de jardín, dinero y amigos– pueden hacernos creer que al cumplir nuestros deseos obtendremos placer o “liberación”. Sin embargo, cuando nos enganchamos en ese modelo de pensar restringimos nuestra conciencia del presente, e incluso si llegamos a lograr objetivos largamente esperados, es probable que no los apreciemos –porque la mente estará siempre enfocada en el “siguiente objetivo”.
COMPARACIONES ONLINE
Impulsada y manipulada digitalmente, la cultura de hoy enseña que podemos hallar una vida mejor con sólo un clic. Y Esto lo subrayan las redes sociodigitales o “sociales”. Así, los highlights –editados– en la vida de otras personas se convierten en referentes ficticios, contra los cuales se compara “la felicidad o el éxito personal”. Pero son imágenes totalmente fuera de la realidad: piensa cuándo fue la última vez que viste en Instagram una foto de alguien sufriendo, o discutiendo con su pareja.
Los poderosos medios online son capaces de cambiar nuestros objetivos sin que apenas nos demos cuenta. Porque cuando vemos siempre a multitud de personas que parecen tener mejores casas y trabajos, mejores relaciones y vidas que nosotros, eso ensancha la brecha entre el punto donde realmente nos encontramos, y el sitio donde pensamos que deberíamos estar.
Surge así la frustración –incluso molestia– al ver el contraste entre nuestra vida cotidiana y la siempre “maravillosa vida” que tienen los demás.
CODICIAR VS. MINDFULNESS
El desear insaciablemente es algo que no nació con Facebook: se trata de un elemento consubstancial del ser humano.
En las enseñanzas del budismo –pero también del cristianismo– se afirma que la codicia es una de las causas principales del sufrimiento, y por consiguiente del “autocastigo”. Codiciar, odiar y mentir son “los tres venenos”.
Enfocarse en ese vacío –entre lo que uno es y lo que se desea ser– es un tema clave en la meditación mindfulness: el “procesamiento basado en discrepancias”: el monitoreo, que también se denomina “el modo mental de hacer”.
Es un procesamiento muy común. Por ejemplo, si sabemos que necesitamos comprar pan, se forma una brecha entre cómo son las cosas (no hay pan) y lo que deseamos (pan). Sabemos que la brecha se cierra yendo a la panadería, y al comprar el pan podemos palomearlo en la lista de cosas por hacer, para dejarlo ir.
¡SEA… Y PARE DE SUFRIR!
El problema surge cuando la mente se queda bloqueada en el “modo hacer” y queremos aplicar ese modelo a problemas que no se resuelven de igual manera, porque tienen que ver con sentimientos o estados de ánimo.
Por ejemplo: si sentimos tristeza y queremos estar felices, nuestra mente se enfoca en resolver ese vacío y decidimos irnos de fiesta. Sin embargo, al terminar la distracción no estamos más cerca de ser felices, y entonces nos enfocamos aún más en el problema… para sentimos peor.
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Pero no todo tiene que ser así. Para escapar de ese insaciable estado mental que de forma agotadora quiere una y otra vez que las cosas sean diferentes, no tenemos que destruir la computadora o tirar el celular. De hecho, es poco lo que debemos hacer para contrarrestarlo: basta con aceptar las cosas tal como son.
Implica estar atentos e identificar cuando nuestra mente se encuentra en ese estado potencialmente nocivo, para desviar la atención hacia lo que está sucediendo en el momento. A esto se le denomina el “modo ser”.
ENFOQUE DE ACEPTACIÓN
Hacer y ser son dos de nuestros principales engranes mentales. La diferencia es que la mentalidad ser no se enfoca en el logro particular de objetivos ni requiere el constante procesamiento de discrepancias –su evaluación o monitoreo.
Es un enfoque que consiste en permitir y aceptar lo que es, sin ninguna presión inmediata para cambiarlo.
Sólo como ejemplo, pensemos que nuestra mente fuera un auto con dos velocidades. ¿Podríamos manejarlo utilizando ambas al mismo tiempo? Claro que no, porque las leyes de la mecánica dicen que sólo puede usarse una a la vez. Son excluyentes. No puede haber luz y obscuridad en el mismo lugar al mismo tiempo.
Entendiendo esto, podemos conscientemente diferenciar el “modo hacer” del “modo ser”. Cuando sintamos que nuestros pensamientos se van enfocando en ideas que nos hacen desear irremediablemente hacer más y más cosas para “mejorar” nuestra vida, debemos respirar, controlarlos y centrarnos en la realidad, en el ahora. Es un ejercicio valioso que todos podemos realizar.
Las Terapias Cognitivas Basadas en Mindfulness (MBCT) cuentan con ejercicios y técnicas de entrenamiento que nos permiten desarrollar y dominar esta capacidad para cambiar nuestra mentalidad voluntariamente.
URBE ESMERALDA te invita a explorarlas, para fomentar tu bienestar personal y la felicidad de tu familia.
QUÉ PODEMOS HACER…
Para desvincularnos del “modo hacer”, primero debemos identificarlo: es como un vicio que nos hace pasar horas en Facebook, navegando o soñando despiertos sin darnos cuenta. Así que utiliza varios Post-its con la pregunta: “¿En qué modo mental estoy?” y pégalos en la cocina, el baño, la PC o el auto, como recordatorio.
Cuando descubras que estás en el “modo hacer”, trae tu mente suavemente al presente. Detente, siente tu cuerpo y mueve los dedos de los pies contra el piso mientras piensas en las ideas y sentimientos que tienes. Despacio, respira cinco veces y siente cómo el aire llega a la sangre que recorre tu cuerpo.
Toma un momento para apreciar lo que tienes y te rodea. Piensa en tres cosas por las que sientas agradecimiento: familia, casa, amigos, trabajo, salud, mascotas, lo que sea. Pregúntate qué es lo que realmente te hace feliz. Tal vez descubras lo prioritario y lo menos importante –como el cojín que buscaste una hora en Internet.
Disfruta la alegría de vivir hoy, en vez de anhelar un eventual futuro feliz. Cuando sientas la urgencia de ver tus feeds sociales en el teléfono, cambia conscientemente ese deseo por alguna actividad creativa que te haga sentir bien: bailar esa canción favorita, leer un buen artículo, darte un baño de placer.
Sin restar valor al pasado y el futuro, recuerda que el momento presente, siempre que se le reconozca, revela un poder especial y de hecho mágico: es el único tiempo que en verdad podemos tener.
URBE ESMERALDA te invita a relajarte unos minutos con esta meditación guiada del maestro Jon Kabat-Zinn, el reconocido pionero de la práctica y experiencia Mindfulness.